jueves, 19 de febrero de 2015

LA ESCALERA PREDICTIVA



Desde la antigüedad, el hombre se pregunta sobre los acontecimientos del futuro. Y en muchas ocasiones, las casualidades o las mediciones paralelas sirven para propiciar las adivinaciones. Al fin y al cabo, qué son los sistemas de lectura del futuro en los posos del café, las cartas o las varillas del I Ching sino la combinación de algo azaroso con una pregunta concreta. A veces parece surgir una respuesta, a veces no.

Viene todo este preámbulo tan filosófico a cuento de haber descubierto un nuevo método de interpretar los hilos de la vida. Concretamente: subir las escaleras.

Todo empezó el día en que, abordando una de esas subidas engorrosas de las casas antiguas, me dediqué a asignar a cada escalón un año de mi vida. "Aquí tenía un año y me regalaron el oso de felpa. Aquí cuatro y fui a la escuela..." Y así sucesivamente.

Para mi sorpresa, los rellanos se correspondían casi exactamente con los momentos más decisivos del pasado. Era una forma muy gráfica y plástica de analizar tu vida. Y darte cuenta de que, si te detenías en el escalón correspondiente a tu edad actual, quedaba un gran tramo de escalera recorrido. Todo tu historial, tu bagaje. Daba un poco de vértigo.

Y luego mirabas hacia arriba. ¿En qué rellano acabaría tu recorrido? ¿Cuál sería el escalón final? Esa pregunta que todos nos hacemos. En abstracto, siempre suena algo inconcreta. Pero cuando se plantea sobre algo tan mensurable como una escalera, adquiere una rotundidad incontestable. Las ves, la tocas. Está ahí.

Desde entonces, he descubierto las virtudes de la escalera predictiva. Cuando alguna cuestión me preocupa o tengo algo rondando en la cabeza, busco una escalera. Y con la sucesión de elevaciones, con ese progreso entre material y metafísico que te produce ir subiendo, parece como si las cosas se aclarasen. Y activases una mancia o sistema adivinatorio desconocido.

Al fin y al cabo, la teoría de la relatividad prueba (no sé exactamente la razón) que el tiempo no transcurre igual para todo el mundo. Y los que están en una posición más baja envejecen un poco menos que los que suben a las alturas. De modo que tal vez también la percepción se altera cuando comienzan a ascender por una escalera. De esas angostas, silenciosas, solemnes que se encuentran en las casas antiguas.

Y quién sabe si así se te revelan los misterios del pasado y del futuro.