sábado, 24 de marzo de 2012

EL CAMARERO DES/CONOCIDO



Habitualmente, dividimos a las personas en dos categorías: los conocidos y los desconocidos. Los unos participan en nuestra existencia de una u otra forma, los otros resultan ajenos. Saben poco de nosotros y tampoco conocemos por nuestra parte nada de ellos.

Pues bien, existe una clase intermedia que cabalga una y otra orilla. Su mérito es ser conocidos sin que lleguemos a conocerlos, resultar desconocidos a pesar de que nos resulten familiares. Son los camareros.

Todos hemos tenido alguna vez esa percepción extraña de encontrarte con el camarero de un establecimiento, bar o café, que frecuentas pero fuera de su contexto. En ese momento, dudas. Generalmente lo saludas como a alguien conocido, porque lo es. Pero probablemente ni siquiera sepas su nombre, ni nada de su vida. Puede ocurrir también que, al estar tan descontextualizado aquel encuentro, cada uno se haga el despistado. Sin saber qué actitud tomar.

Recuerdo el camarero de un local de Gomila al que iba mucho, ya desaparecido. Me trataba con suma amabilidad y yo le saludaba con alegría. Sin embargo, a veces me lo encontraba dando vueltas por el barrio a bordo de un vespino, concentrado. Y entonces, ni siquiera te dedicaba una mirada.

Si hiciésemos una nómina de los camareros de todos los bares que hemos frecuentado, saldría una multitud. Pero qué poco hemos llegado a saber de ellos. Hay excepciones, como fue la plantilla histórica del Montesol de Ibiza, auténticos personajes públicos. O los que rigen desde hace mucho tiempo locales como el Moderno, el Bosch y el Lírico. Pero en general, es más el olvido que el conocimiento.

Y es una pena. Porque lo que se comparte con ellos es una parte agradable y calentita de la vida. El café y el croisant, la lectura del periódico, el momento de silencio. Ellos están ahí, aunque no reparemos en su presencia. Y pasan al museo de nuestros recuerdos. Muchas veces, lamentamos nuestro descuido cuando resulta demasiado tarde.

Bares y cafés son el epicentro de nuestro universo social. Pero no sólo por los clientes, también por los camareros.

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