lunes, 27 de febrero de 2012

INTENDENCIA DE NOTAS


Resulta curioso el proceso para preparar un nuevo libro. Tienes una idea central, pero careces de todos y cada uno de los detalles. Como si el dibujo de un gran velero se redujera al palo mayor. Hay que buscar entonces todas y cada una de las velas, el bauprés, el palo de mesana...

Pero no es un proceso racional, sino intuitivo. El contenido se va haciendo solo. Eso sí, mediante una larga y a veces un poco desesperante intendencia de notas. Mirar y remirar libretas antiguas, ideas, anotaciones que no fueron más allá, dibujos, esquemas, insinuaciones.

Y, de repente, el magma invisible empieza a dar señales de vida. Como esas burbujas sulfurosas de los volcanes. Lo cual es signo de que la materia oculta se está organizando y dentro de poco deberás darle salida.

¿Quién "escribe" en realidad? 

Lo ignoro. Una especie de voz oculta, secreta, a la que alimentas para que durante un tiempo hable para ti y de eso salga un libro.

Misterios.

sábado, 25 de febrero de 2012

CEBRAS Y CABALLOS CON RAYAS

Leo con tristeza y asombro la sentencia sobre el edificio de Gesa. Durante dos años me dediqué a escribir sobre los edificios de la Palma moderna, serie que se publicó en este diario. Con ese motivo, conocí todos los edificios del arquitecto Josep Ferragut. Por otro lado, dentro de una serie televisiva dedicada al patrimonio, escribí y dirigí un capítulo dedicado a la figura y la trascendencia de esta figura. Creo, por lo tanto, que tengo un cierto fundamento para opinar sobre el edificio de Gesa, ahora que un juez acaba de declararlo no protegible.

Ferragut trabajó de la mano de Gabriel Alomar, en una época de postguerra en que los materiales de construcción llegaban muy difícilmente a la isla. Cabalgó la arquitectura historicista de los cuarenta con un racionalismo a su manera. Fue un hombre culto, refinado, y conociendo todos sus restantes edificios me deja estupefacto que la sentencia pueda decir que el edificio de GESA no es una obra destacable. Porque es la mejor con mucho.
No tengo el honor de conocer a ese despacho de arquitectos (los tres con el mismo apellido por cierto) que tanto saben sobre Ferragut. Pero he hablado con muchos arquitectos e historiadores del arte de la isla y ninguno comparte ese criterio. ¿Cómo puede ser entonces que la sentencia no los tenga en cuenta?
Pero es que hay más todavía. ¿Hasta qué punto el valor patrimonial de un edificio es materia judiciable? En el barroco, todos abominaban del gótico, se destruyeron y ocultaron obras maestras por considerarlas antiguas y pasadas de moda. Sólo mucho después se pudo volver a apreciar su valor. El valor artístico es un intangible que se escapa a la justicia. Creer que las sentencias hacen arte es una aberración.
Otro argumento resulta escandaloso. Estamos hablando de una protección que fue dictada por el Consell. Pero no así a las bravas, sino de acuerdo con el criterio y la experiencia de unos técnicos de patrimonio. ¿Dónde queda su criterio? ¿Está la sentencia diciendo que son unos incompetentes por ver cebras donde hay caballos pintados de rayas? ¿Saben más un juez o un despacho privado de arquitectos que los encargados de velar por nuestro patrimonio? Es una insinuación gravísima.
¿Y si esa protección es desautorizada, por qué no desautorizar todas las otras? ¿Se podrá terminar edificando sobre la muralla porque fue diseñada en el XVII pero algunas partes construidas en el XIX, tal como absurdamente se argumenta sobre el edificio de Gesa y el "movimiento moderno"?
Pero hay algo más que resulta infinitamente amargo y triste. La apatía y la insensibilidad generales hacia este tema. En cierta manera, Palma se merece que derriben el edificio de GESA.
Para que luego los libros de historia puedan lamentarse.

martes, 14 de febrero de 2012

EL SÁBADO 18, CONCIERTO EN ARIANY



Este sábado, conciertillo en Ariany. 
Tribute Blues dedicado a un añorado amigo: Joan Miquel Ferrà, que vivió muchos años en Ariany. Fotógrafo, guitarrista, blusero y buena persona.
Estaré acompañado por Toni Sastre y quien se quiera sumar.
A partir de las 22 horas en el Kuguls Bar.

domingo, 12 de febrero de 2012

LA PLAYA FILOSÓFICA



Siempre creemos que los espectáculos de la playa son para el verano. Incluso a contra-estación intentamos reproducir los rituales del baño y el sol, aunque sea en enero. Sin embargo, la playa tiene sus propios atractivos invernales. A veces, incluso superiores a los estivales.

En estos días de frío, tiene su rollo pasearse por la zona costera de Palma. Sobre todo esos rincones escondidos de la zona de Es Carnatge o Cala Estància. Lo primero que puedes admirar es la huella que dejan “ses minves” en las rocas. Una rebaba verdosa, muy marcada. Que indica hasta dónde suele llegar el agua, y la mengua originada por los largos anticiclones invernales. A veces, el nivel desciende hasta el punto de revelarte fondos, rocas y “tenasses” en los que nunca habías reparado.

Pero hay otro espectáculo que fascina. Cuando después de un temporal, las aguas llevan de un lado a otro los depósitos de posidonia. Se produce entonces un fenómeno siempre metafórico, fascinante. Si las olas van cargadas de hojas posidónicas, al llegar a la orilla cambian de calidad. Se hacen lentas, oleaginosas. Recuerdan esas historias de marinos en veleros que para proteger su embarcación del temporal arrojaban aceite por la borda.

El agua posidonizada tiene un comportamiento diferente. Es densa, oscura. Se mueve con gravedad y produce unos colores muy singulares. Una especie de irisaciones de sombra.

Podrías pasarte horas contemplándola, como cuando observas el fuego de la chimenea. Porque esas olas que pierden su envite y se aceitizan de hojas y tonos parduscos, nos recuerdan la diferente calidad del tiempo. Hay veces en que los minutos y las olas pasan con la viveza y nerviosismo de esas olas más exteriores, distantes de la playa. Y en otras ocasiones, el tiempo se convierte en una especie de melaza secuencial. Los minutos se alargan, las olas se diluyen en ese aceite imposible que tiembla y refleja las luces. Entonces, un segundo siempre es mucho más que un segundo.

La playa en verano es recreativa. En invierno, resulta filosófica.

domingo, 5 de febrero de 2012

RAY DAVIES, TILL THE END OF THE DAY





 Para los que éramos unos adolescentes cuando sobrevino la revolución de los Beatles y otros grupos más, el paso de los años plantea algunos problemas muy interesantes. Personalmente, no comprendo como algunos de mis excompañeros, que vivieron aquello tan intensamente, pudieron renunciar con los años y los kilos a muchos ideales. Y se convirtieron en especuladores, políticos tramposos, intelectuales pagados de sí mismos, y otras especies abominables.

 ¿Se puede traicionar impunemente un ideal tan básico, tan totalizante y determinativo como el de la adolescencia? Qué tristeza la de aquellos que, en el fondo, se avergüenzan de sí mismos. Porque no fueron lo que, de jóvenes, querían ser.

 El rock, el pop, el beat, cómo se quiera llamar marcó una época. Y se prolongó durante décadas y generaciones. De manera que, ahora, podemos mirar hacia atrás y hacer balance. Vemos así que los que abandonaron el barco fueron muchos. Otros, se han quedado permanentemente haciendo parodia de sí mismos. Fingiendo, a los cincuenta años pasados, que siguen siendo adolescentes. Y también los hay, aunque son los menos, que han sabido evolucionar sin perder sus puntos de referencia. Y hoy, adultos y maduritos, siguen dando una versión original, verdadera, de la nueva cultura que comenzó en los años sesenta. A través del rock, el beat, el pop o como se quiere llamar.

 Ray Davies es uno de esos.

 Desde los primeros tiempos de The Kinks hasta hoy han cambiado muchas cosas, pero otras han continuado. Ray Davies sigue mostrando un interés hacia el mundo que le rodea, tierno, ácido, divertido. Con su propia evolución, ha ido presentando temas más adultos, más elaborados. Pero sin perder la frescura y la irreverencia.

 Pero, además, con los conciertos “memorialísticos” del “Storyteller” ha dado un paso de gigante. Ha incorporado un elemento de madurez y reflexión al magma juvenil del rock. Ya no es un cincuentón jugando a veinteañero, sino un hombre maduro que ríe y mira hacia atrás, sin perder la vitalidad rockera. No es una caricatura, sino una de las pocas personalidades lúcidas del rock histórico.

 Su música me ha acompañado desde los catorce años. “You Really Got Me” me sirvió para canalizar mi rebeldía juvenil, “Sunny Afternoon” era mi himno para no dejarme integrar por el sistema borreguil,  “Alcohol” tenía el patetismo de los perdedores, “Rock and Roll Fantasy” me acompañó en los momentos de una separación, incluso  utilicé “See my friends” como canción de despedida.

 Queda algo por decir. Un mito es algo que a veces tiene poco que ver con la realidad. Representa mucho para ti, pero no tiene por qué corresponderse con los personajes de carne y hueso. Ahora, cuando yo también soy mayor, sé diferenciar una cosa de otra. Ya no proyecto cosas ajenas sobre figuras como Ray Davies, sino que he aprendido a disfrutarlas por sí mismas.

 Por eso creo que los mecanismos del rock, el beat, el pop o como queramos llamarlo, pueden seguir vivos desde la adolescencia hasta la vejez. Porque son auténticos, están en el mundo. Y funcionan incluso cuando has superado las mitificaciones de la juventud.

 Este es mi gran testimonio de agradecimiento a Ray Davies. Porque su música, sus letras, sus personajes cambiaron mi vida. Y gracias a él sigo vivo.

sábado, 4 de febrero de 2012

EL BILLETE IMAGINARIO



Para la mayoría de la gente, el tren no es sino un medio de comunicación. Pero algunos, entre los que uno se cuenta, también lo tenemos como un medio de terapia. Un tratamiento para escapar de la realidad cotidiana sin ni siquiera tener que pagar el billete.

La llamada estación intermodal de la Plaça Espanya, sin aparentar nada del otro mundo, posee ese capital de sugestión que uno pide a cualquier centro de ferrocarriles. Al ser subterránea, ofrece la oscuridad un poco algodonosa de los túneles. Se escuchan los rechinamientos de los rieles, los avisos por los altavoces. La gente entra y sale con cierto apresuramiento...

A poca imaginación que uno tenga, puede trasladarse a muchos kilómetros de distancia. Vista desde un rinconcillo y entornando un poco los ojos, podría tratarse de Madrid Atocha, de Barcelona Sants, incluso de París Austerlitz. Encuentras el mismo olor a espacio cerrado, la misma luz mate, la sensación de provisionalidad y paso, los ecos de corta reverberancia. La gente que sale podría llegar de Niza, de Port-Bou, de Lisboa. Aunque, en realidad, no pasen de Muro o incluso de Marratxí. ¡Pero qué más da! La imaginación no conoce fronteras. Incluso en plena crisis, con los bolsillos vacíos, puedes tomar el tren de la fantasía para escapar.

 Pensar que estás a punto de coger el Orient-Express o el Transiberiano. Que te espera un larguísimo trayecto lleno de aventuras, samovares de té y mujeres fatales. Que existe todo un continente abierto más allá aguardando que la locomotora se interne en esos valles y llanuras para llevarle lejos, siempre más lejos. Muy lejos.

Oh ciudadano insular que a veces sufres el mal de la claustrofobia kilométrica y no puedes escapar, acércate por la estación intermodal. Quédate ensoñativo unos momentos y evádete hasta dónde quieras.

 Convierte por un momento la estación intermodal en una estación intersoñal.