sábado, 30 de agosto de 2008

EL ÁNGEL DE LA MERCADERÍA




Una mañana por los andamios de Sa Llotja te enseña cosas insospechadas.
Impresiona por ejemplo el gran Angel de la Mercaderia, obra maestra de Sagrera. El tiempo lo ha dañado considerablemente, la piedra está carcomida y le faltan algunas partes. Pero tiene una fuerza extraordinaria. Además, visto desde cerca se descubre que estuvo originalmente policromado. El pelo sería de un color cobrizo, y en las archivoltas aparecen tonos verdosos. Igualmente, la parte de piedra picada que está en el tímpano podría corresponder a una zona con pinturas, que se ha perdido.
El ángel conserva una sonrisa enigmática a lo Gioconda, con sus enormes alas también de colores, con detalles de la vestimenta, incluso los cordones con el bordón. Si desde lejos es una pieza maestra, desde cerca la impresión todavía resulta más acentuada.
Muchas esculturas están deterioradas por la acción del mar y de la actividad humana que hubo sobre todo en la plaza situada frente a la entrada. Así, la Santa Clara de la esquina con el Passeig Marítim tiene la cara casi borrada, aunque vemos los hábitos y el libro abierto con letras góticas que lleva en la mano. Lo mismo ocurre con Sant Joan, que parece trazar un rictus de dolor. Como si le doliese la piedra.
Siempre me había intrigado la expresión del Niño Jesús de la Virgen que se encuentra en el tímpano de la puerta que da al Consolat de Mar. Me parecía un pequeño de rasgos africanos. Pero al contemplarlo a poca distancia me doy cuenta de que está mamando de la Mare de Déu, y por eso su rostro se deforma y aparece extraño visto desde abajo. Por lo visto a Sagrera le gustaban los mametiformes, porque además de esa Virgen "kourotrofos" o alimentadora, dos de las gárgolas tienen sendos pechos, con sus pezones bien caracterizados.
Y es que las gárgolas son sorprendentes. Mientras los santos y los angelotes que ornan la fachada nos miran con ojos ciegos, deteriorados, las gárgolas gozan de un estado increíble de conservación. Parecen modernas.
Son animales grotescos, imposibles. Una especie de chivo, una cabra, un hombre que lleva un niño en el vientre, un león... Garras, alas enormes, dientes, ojos desemesurados, cuernos. Incluso una cartela humorística que dice: "O com es fret!" (¡qué frío hace!). La visión de las gárgolas, que dominan la Palma de los tejados y las iglesias, es inolvidable.

No hay comentarios: